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domingo, enero 18, 2009

La violencia sexual como arma de guerra. Enseñanzas extraidas de Rwanda


La violencia sexual, dice la Directora del programa del UNIFEM para África central, Josephine Odera, es "una de las atrocidades más comunes durante el conflicto"

Sin embargo, pese a su frecuencia, "hasta hace poco no se reconocía su efecto devastador. Los gobiernos, la sociedad civil y las personas sencillas tienen que hacer mucho todavía para buscarle solución".
 
 

 

Son las mujeres fundamentalmente quienes quedan marcadas con las cicatrices de un conflicto violento.

La violación cometida durante la guerra tiende a ser sistemática y con la intención de aterrorizar a la población, destruir a las familias, a las comunidades y, en algunos casos, cambiar la composición étnica de la siguiente generación. A veces se utiliza también para que las mujeres de la comunidad agredida no puedan tener más hijos.

En las provincias orientales de la República Democrática del Congo (RDC), la violación ha sido un medio de librar la guerra, que han utilizado todos los grupos en el conflicto. En el caso de Rwanda, se calcula que entre 100.000 y 250.000 mujeres fueron violadas durante los tres meses que duró el genocidio en 1994.

Los organismos de las Naciones Unidas calculan que las milicias armadas violaron a más de 60.000 mujeres en la guerra civil de Sierra Leona y a más de 40.000 en el conflicto de Liberia. El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) calcula en unas 60.000 las mujeres violadas en la ex Yugoslavia.
La violencia sexual, dice la Directora del programa del UNIFEM para África central, Josephine Odera, es "una de las atrocidades más comunes durante el conflicto"

Sin embargo, pese a su frecuencia, "hasta hace poco no se reconocía su efecto devastador. Los gobiernos, la sociedad civil y las personas sencillas tienen que hacer mucho todavía para buscarle solución".
El Dr Denis Mukwege Mukengere, director del hospital Panzi en Bukavu, región oriental de la RDC, dice que la mayoría de las supervivientes que su hospital trata no sólo han sido violadas sino que tienen sus genitales mutilados. Dice que la práctica es común y los agresores la utilizan para incrementar las posibilidades de que estas mujeres contraigan VIH/SIDA, y asegurarse de que nunca más puedan parir.
"Es un instrumento de genocidio destinado a destruir a la comunidad agredida asegurándose de que sus mujeres no puedan tener más hijos".

Decenas de miles de mujeres fueron violadas en esta región durante diez años de guerra y el hospital atendió a unas 20 víctimas de violación diarias desde que comenzó la guerra en 1996, la tercera parte de ellas necesitaban cirugía reconstructiva para reparar las heridas sufridas a causa de la violencia sexual. Panzi es uno de los tres centros de salud de la Provincia de Kivu Sur que cuenta con instrumental para atender traumas los físicos y psicológicos masivos que la violencia sexual causa a sus supervivientes.

El UNIFEM y otros organismos de las Naciones Unidas reiteran esas observaciones. Los combatientes utilizan de rutina la violación en masa, los actos de agresión sexual, la esclavitud sexual, la prostitución forzosa y el embarazo forzoso como instrumentos de tortura, dominación étnica y depuración étnica. Las violaciones y otros actos de violencia sexual se llevan a cabo en público para llevar al máximo la humillación y el terror que la mujer y su comunidad experimentan.

"Es un instrumento de terror, utilizado para vencer la resistencia e inspirar el temor a la represalia", dice la investigadora Jeanne Ward.

 


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