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miércoles, enero 04, 2012

Ruta Pacífica de las Mujeres – con las botas puestas Posted: 14 julio 2011


Nota editora: Este artículo escrito por Joanna del blog todo cambia fue publicado el 14 de julio de 2011

El martes y hoy he estado con un grupo de mujeres que integran el movimiento feminista y pacifista Ruta Pacífica de las Mujeres – al cuál también pertenecía Ana Fabricia Córdoba, la lidereza asesinada hace poco y prima de la ex-senadora Piedad Córdoba.
Fué a través de Nidia que llegué hasta una casa antigua pintada de verde en el centro de Cali que decía: Movimiento de Ciudadanas de Colombia. En el interior de la casa antigua: un patio rodeado de oficinas, un baño pequeño, una cocina y muchos afiches en sus paredes. Uno de ellos decía: Movimiento de Ciudadanas 1957-2007 – 50 años creando conciencia ciudadana.
Yo iba a un conversatorio. De qué hablarán estas mujeres? Justo el día anterior había acabado de leerme un libro escrito por una feminista sueca, Nina Björk, llamado “Under det rosa täcket” – “Bajo el manto rosado”. Así que por lo menos yo iba preparada para hablar de muchas cosas con estas mujeres que ya Nidia me había comentado que eran feministas y que se reunían para hablar de muchas cosas. Pero sobre todo quería escuchar.

María Teresa Arizabaleta, una mujer de 77 años que recuerda la lucha por el voto femenino en Colombia en los años 50, es una caleña de raca mandaca y vos, y oís y mirá vé… arquitecta y coordinadora en el Valle del Cauca de la Ruta Pacífica de las Mujeres. Con una sonrisa muy grande me dijo: ” Ay oís!, pero como está de bonita tu panza. Y el padre está con vos?” – Sí, le dije. ” No pues divino, porque eso de criar hijos sola es berraco oís! Eso si es un camello!”.  Y me invitó a sentarme en una de las sillas que formaban el círculo para el conversatorio.
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Unas veintipico mujeres sentadas en círculo ocupamos todo el patio de la casona vieja. Creo que la mayor era María Teresa. Y las menores apenas habrían cumplido 20, estudiantes de la universidad que integran lo que llaman “La Ruta Jóven”. Entre estas edades, mujeres negras, mestizas y más claritas nos sentamos para escuchar primero a Leidy Johanna, una trabajadora social de la Universidad del Valle que está haciendo su tesis de maestría en Psicología Social con una investigación sobre la violencia sexual en el marco del conflicto armado. Una investigación que parte de un trabajo anterior llamado “Entre la Violencia, la No Violencia y la Construcción de Poder”, donde entre 2009 hasta el 2010 se miraron casos ocurridos desde mediados de los 80 y el 2010 de mujeres que han sido afectadas por la violencia política en el Valle del Cauca. Son mujeres que ellas mismas han hecho parte de organizaciones sociales o cuyos maridos/hijos lo hacían y cuya desaparición/asesinato fué la forma en que la violencia las tocó. En este lapso de tiempo ocurrieron muchas alianzas de políticos con narcotraficantes, la incursión del Bloque Calima, hechos como la Masacre de Trujillo y los asesinatos de sindicalistas.
Una de las cosas que más me llamó la atención de esta investigación es el énfasis que se le ha puesto al cambio de la cotidianeidad de las comunidades. Ante el alto grado de sevicia utilizado por narcotraficantes y paramilitares, las poblaciones del Valle no sólo sufren la violencia física sino también la violencia en lo cotidiano: los nuevos dueños del poder vienen y nos imponen qué comer, cuánto comer (no se puede llevar más mercado a la casa del que ellos decidan), cómo nos movemos, hasta qué horas, cómo nos vestimos, a quién amamos etc. Nos plantean un nuevo órden de vida, un control que ejercen através de la fuerza. La investigación ha tratado por ello de mirar a ver cómo es que las mujeres reconstruyen su cotidianeidad después de haber sido azotadas por la violencia en forma de violaciones sexuales, asesinatos de sus compañeros e hijos/hijas y demás.  Lo más tenáz es que ese “nuevo órden” implantado continúa vigente. Los actores del conflicto continúan allí y la cotidianeidad no ha jamás podido ser lo que era antes de la incursión paramilitar. Y hay que pensar que es en este medio que el gobierno habla de una ley de víctimas, y dizque sobre reparación. La reparación no puede empezar mientras el conflicto sigue ahí latente y la vida de las personas siga controlada de la forma en que lo siguen siendo. La “paz” de ahora, es la “paz” del victimario. Basada en el silencio de las víctimas. Y a las que se atreven a reclamar ya sabemos qué les pasa. Como a Ana Fabricia.
Uno de los apuntes importantes de esta investigación es también que el daño causado no es sólo individual. Es al contrario, altamente colectivo. La violencia contra líderes sociales es la violencia contra las cabezas de un tejido organizativo. Un tejido social. Las mujeres tratan de salir adelante usando muchas estrategias colectivas; reuniéndose entre ellas, apoyándose, buscando escuchar y ser escuchadas por otras mujeres. Muchas veces lo que hacen también es llevar un dolor mudo, un dolor que no pueden expresar con las palabras o que han decidido callar, quizás en parte por la vergüenza, por ejemplo de haber sido violada. Una vergüenza que nuestra sociedad en muchos aspectos le achaca a la mujer y nó al victimario.
A medida que la investigadora iba hablando, varias mujeres iban asintiendo con la cabeza. O hacían preguntas o acotaciones. La charla fué tan buena, que al final quedamos en que el próximo martes nos reuniríamos de nuevo, pues la investigación será presentada a autoridades competentes y a periodistas.
“Y es que por eso, el feminismo colombiano tiene un objetivo claro hoy en día: La Paz” dice María Teresa. “Compañeras, tenemos que informarnos, estudiar y exigir un diálogo. En una futura mesa de conversaciones (porque esta guerra no se va a terminar por lo militar), tenemos que estar sentadas las mujeres de Colombia. con una agenda clara que tenemos que trabajar desde ya!. No vamos a repetir los errores de las mujeres de Guatemala, El Salvador etc, que hicieron y formaron parte de la guerra en esos países y después no fueron tenidas en cuenta para firmar la paz y cuál sería su rol en el post-conflicto” – Continúa Maria Teresa. Y añade: “Nosotras tenemos que tener estrategia. Llegar con agenda a las mesa de conversaciones y con agenda post-conflicto”. A lo cual todas ponen fecha para la próxima cita donde empezarán a discutir una agenda de negociaciones con perspectiva de género.
Las discusiones son cordiales pero concretas y las opiniones expresadas serían tomadas como flechas en otro ambiente. “Es que las mujeres llevamos del bulto en este conflicto y después creen que nos tenemos que quedar calladas. Y estamos de lleno en el conflicto. Hay alrededor de 40% de mujeres en las filas de la guerrilla. Y en el lado de las víctimas somos mayoría! La cantidad de desplazadas, las violaciones sexuales que son abominables!!” dice María Teresa. “Tenemos que seguir con el trabajo de Memoria Histórica desde las mujeres” dice otra.  ” Y es que los hombres ya no pudieron manejar este país. A nosotras nos va a tocar. O mejor dicho a las mujeres de la Ruta Jóven” – dice otra. “Y nada de tolerar chistes verdes, no tenemos porqué estar tolerando chistes verdes” – dice otra. “Tenemos que leer, estudiar. Tenemos que estar en esa mesa de negociaciones”- dice otra. ” Y es que están llamando de “justicia” a la impunidad y de “paz” a transar con la mafia”- comenta otra. “Hacemos una agenda pre-negociación, una para la negociación y otra post-negociación” – dice una más.
“Y llevaremos las botas puestas” – dice otra.
Y ya se las están poniendo. O nos las estamos poniendo.












Artículo publicado por Joanna del blog todo cambia

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