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miércoles, junio 20, 2012

Columnista invitada


Gabriela Castellanos se suma a Pregunta de Yamid Amat


                      La pregunta que le lanzaste a Yamid Amat es muy oportuna, Doris, pero creo que la pregunta de Yamid también es válida. Yamid le preguntó a Ángela María Robledo, palabras más, palabras menos, ¿qué podemos hacer para que las mujeres pierdan el miedo? El hablaba del miedo a denunciar la violencia, pero yo añadiría que la pregunta es válida también en cuanto al miedo a decir no, el miedo a parecer agresivas, el miedo a que nos consideren poco femeninas cuando defendemos nuestros derechos. El día que perdamos todos esos miedos, habremos avanzado la mayor parte del camino hacia la libertad y la justicia. Y ninguna ley va a servir plenamente, hasta que no perdamos esos miedos.
                 O mejor dicho, quizá no debamos aspirar a no sentir miedo, sino a sobreponernos a esos miedos, a no dejar que nos dominen, a actuar, a defendernos a pesar del miedo. Ese es el reto más difícil que podemos enfrentar las feministas, porque nos toca enfrentarnos a la subjetividad que nos contruye la cultura, que nosotras mismas construimos en interacción con la cultura. Y el problema no es solamente de miedo, es también de creernos que tenemos que obedecer, que tenemos que ser tan buenas, tan buenas, que debemos sacrificarnos por los demás, por los hijos, por los padres, por la familia, por la comunidad, hasta por la empresa donde trabajamos, para poder ser contadas entre las "verdaderas mujeres", las dulces, las buenas, las femeninas, etc.

               A todas, o a casi todas, porque hay notables excepciones, nos han inculcado esas ideas auto-destructivas, y nos recompensan con una palmadita condescendiente si actuamos de acuerdo con ellas. Y mientras tanto, nos matan, nos violan, nos golpean, nos insultan, no nos oyen cuando hablamos, se burlan de nosotras, nos pagan menos salario que a los hombres, en fin, todo lo que sabemos, pero al mismo tiempo nos premian con una sonrisita de aceptación si todo eso lo padecemos en silencio. De nada sirve negarlo: todo ese edificio de discriminación y subordinación se apoya en la violencia por un lado y por el otro en la roca de nuestra "blandura", si se me permite el oxímoron, en nuestro propio miedo a defendernos. Y como cuando nos defendemos nos siguen golpeando, se forma ese círculo vicioso que contribuye a acrecentar el miedo. Pero no hay salida sin vencer ese miedo. Es verdad que hay casos cuando nos ponen una pistola contra la sien, y allí puede ser imposible defenderse, pero hay muchos otros cuando nuestro propio miedo nos hace más vulnerables.

                   Lo he visto millones de veces: las mujeres cedemos en pequeñas cosas, y así nos ponemos poco a poco en situaciones donde acabamos recibiendo violencia. Esto no exime para nada de responsabilidad a los violentos, pero, repito, mientras no aprendamos a decir no, y mientras no enseñemos a nuestras niñas a pararse firmes en la defensa de sus derechos, no romperemos esos ciclos perversos.


                     Algunas personas, por su dominio de la situación, por su poder, por su autoridad, por su mayor edad,  tratan de abusar de nosotras. Es a ese tipo de situaciones subjetivas que me refiero cuando digo que las mujeres tenemos que aprender a sobreponernos al miedo y a la sumisión que nos inculcan como mujeres, para romper al fin las cadenas y los ciclos de violencia.

                       Nunca había contado esto, lo hago ahora para que se entienda por qué creo que la pregunta de Yamid Amat es válida, y por qué  pienso que debemos encarar ese reto. Afortunadamente lo estamos haciendo ya, lo hemos venido haciendo cuando tratamos de fortalecer a las mujeres y sus organizaciones, cuando nos dedicamos a apuntalar su auto-estima, pero es necesario dedicar mucha, muchísima más energía a la tarea de romper nuestros miedos.

Abrazos a todas,

Gabi



2 comentarios:

  1. Muchisimas gracias Gabi por compartir tu historia con nosotras para ilustrar el punto sobre el miedo y como la cultura a traves de la socializacion nos ha inculcado esas maneras de ser y reaccionar y esos estereotipos de lo que tienen que ser las mujeres. En tu historia personal que nos compartes habria tambien que adicionar el temor a contrariar o desafiar la 'autoridad' o el 'poder' sobre todo en las circumstancias en que te encontrabas, y el tema de la juventud. Supongo que estarias muy joven en ese momento. y se espera que los/las jovenes sean mas sumisos ante los mayores.

    Muy interesante toda esa reflexion para cuestionarnos nuestros miedos y como debemos reaccionar o sacudirnos en determinadas situaciones sin poner evidentemente en riesgo nuestras vidas, que es nuestro valor supremo.

    Sofi

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  2. Gabi, en tu historia estan muchas de nuestras historias... y tambien los desafios por los que transitamos. Le conocemos el rostro al miedo y al mirarlo de frente como tu lo haces, siempre son posibles nuevas conversaciones. Bienvenida la pregunta pieladentro. Gracias. Nechy

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