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sábado, diciembre 06, 2008

Respiro por Alfredo Molano Bravo


Opinión

Respiro

Lunes 10 de noviembre de 2008

http://www.polodemocratico.net/Respiro

Resumen. Alfredo Molano repasa en este artículo dos hechos que para él golpearon la semana pasada "el despotismo populista de Uribe": el ejemplo de dignidad de los indígenas del Cauca y el debate que el Polo y el liberalismo adelantaron en la plenaria del 4 de noviembre sobre los falsos positivos.

Molano se pregunta si las más de 3000 investigaciones y quejas de la Procuraduría por muertes extrajudiciales, no significan que exista una política de guerra sucia al interior de las FF AA y no simples lunares como los han querido presentar. "¿Acaso lo que oímos y vemos todos los días no es una política de terror ejecutada con armas oficiales contra civiles? ¿Cómo aceptar que las víctimas son tan sólo cifras sueltas y no víctimas del terror estatal? Pero para Santos todo fue un "tinglado organizado por las Farc"".

No bien los indígenas del Cauca acababan de dar ejemplo de seriedad, mesura y dignidad en La María discutiendo con el Gobierno que es Uribe, cuando el Presidente que es el Gobierno echó a 25 militares del Ejército sin explicación política alguna, aunque con razones suficientes.

La opinión pública no había logrado entender a cabalidad la decisión "histórica", ni el Senado de terminar el debate con el Ministro de Defensa —que ya usa modales presidenciales— cuando se anunció el triunfo de Obama.

La reunión de los indígenas de Cauca con Uribe fue memorable. Tenían preparado el desarrollo de la querella milímetro a milímetro. En su larga disputa con el invasor blanco, los nasas, guambianos, toribíos, yanaconas, y demás comunidades del Cauca —y hasta podríamos decir del Gran Cauca, un Estado que iba desde el Atrato hasta el Amazonas— le han pillado la lógica a los argumentos de sus enemigos. Saben lo que todo gobierno les va a plantear, saben lo que les va a negar, saben lo que les va a incumplir y saben en carne propia cómo las mal llamadas armas de la República van a responder a sus derechos.

¿Cuántos muertos han enterrado y cuánto dolor han sufrido desde cuando el indio Quintín Lame comenzó a reclamar sus derechos y sus tierras a la misma casta decadente formada por los Arboleda, los Valencia, los Mosquera y los Chaux? Uribe no logró meterles un gol, ni hacerlos correr con amenazas ni con sindicaciones ni con ese tonito pendenciero y peligroso que usa para arrinconar a quien no comulgue con sus preceptos. Los reclamos indígenas eran simples y, por ello, sólidos: Tierra y Vida. Al denunciar los atropellos de la Fuerza Pública —siempre a la orden de los terratenientes—, Uribe desesperado terminó sacando por las mechas su argumento preferido: lo que pasa es que Vivanco es de las Farc.

El segundo espectáculo de esta creciente ola democrática que golpea el despotismo populista de Uribe fue la comparecencia de Santos en el Senado para responder por los falsos positivos y por la barrida de tres generales del Ejército —los coroneles y sargentos poco le importan al Presidente—. La debilidad de las explicaciones del Gobierno fue proporcional a la arrogancia del Ministro; las acusaciones de los senadores Cuéllar, Avellaneda, Rojas y Dussán, por el contrario, limpias y atinadas. ¿Cómo rebatir el hecho de que hay una política de guerra sucia en las Fuerzas Militares, tapada con el espíritu de cuerpo y con el cuento de los "lunares", cuando la Procuraduría investiga a más de 3.000 militares? ¿Acaso lo que oímos y vemos todos los días no es una política de terror ejecutada con armas oficiales contra civiles? ¿Cómo aceptar que las víctimas son tan sólo cifras sueltas y no víctimas del terror estatal? Pero para Santos todo fue un "tinglado organizado por las Farc".

Al tiempo que los indígenas preparaban la continuación de su Minga hacia Bogotá —"caminando la palabra"— y el Ministro se reponía de los golpes sufridos como orador en el Congreso, la derecha americana era aplastada. Una esperanza abierta. Uribe, con la inteligencia de mayordomo que lo caracteriza, había puesto todos sus huevos en la canasta de Bush, y Bush hizo con ellos una tortilla. Los efectos tangibles del triunfo demócrata son claros: con desaparecidos, ejecuciones fuera de combate y torturas no habrá TLC; con falsos positivos, falsos atentados y falsos decomisos, el Plan Colombia se vendrá de rabo; el acuerdo entre Bush y Uribe para sindicar a los paracos extraditados sólo por narcotráfico terminará en la caneca. Y para rematar, Vivanco —el colaborador de las Farc— será huésped habitual de la Casa Blanca. ¡Pilas, general (r) Montoya!

Pregunta suelta: ¿Qué se habrán hecho los indigentes, que cada vez se ven menos? ¿Será otro resultado de la Seguridad Democrática?

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