ASCENSIÓN BADIOLA, Bilbao, País Vasco
Le plantearon a la escritora que escribiese contra la violencia en Ciudad Juárez. Le pidieron su solidaridad y su apoyo a las víctimas, a través de la palabra, como si la literatura fuese capaz de levantar muros para contener la barbarie, o como si una frase pudiese despertar la conciencia y arrancársela al mal.
Con el pensamiento de que “el pueblo que esté libre de violencia, que tire la primera piedra”, empezó a revolver mirando hacia dentro para rebuscar entre sus íntimas violencias y las halló en su propio pueblo, aquejado de un conflicto que venía perdurando desde sus primeros años de niñez y de conciencia.
Quiso escribir para aliviar a las familias y buscar una explicación al fenómeno oscuro del Juaricidio y se topó con la omisión de las autoridades, con la connivencia de la policía, con el parabién de los gobernantes, con la pestilencia de una sociedad que enfermó de una peste de difícil curación, a costa de elevar el asesinato al grado de arte.
Buscó información en internet, para conocer el tamaño de la tragedia y a medida que leía se le fue torciendo el ánimo, al imaginar las miles de cruces del inmenso cementerio, los millares de nombres femeninos que sucumbieron a la orgía de sangre y lágrimas y siguió leyendo sin pestañear durante toda la noche y durante todas las noches de todos los días siguientes para descubrir un solo resquicio, una única grieta por la que colar un poco de amor entre tanta desolación.
Después de tanto horror se quedó muda, sin una sola palabra que pronunciar ni que escribir. Se quedó a solas con las cifras y los nombres, con la evidencia demoledora de los ríos de lágrimas, con la soledad que produce la impunidad, a sabiendas de que cuando una sociedad se autodestruye, puede terminar desapareciendo.
En algún momento indeterminado de la noche escribió con la vista turbia por el llanto: “Ciudad Juárez, Tijuana, ciudades fronterizas en las orillas de la muerte os ofrezco mis pobres palabras. Palabras para cambiar el futuro y el pensamiento, para que la violencia se gire sobre sí misma, se reabsorba y desaparezca en un futuro alcanzable. Ofrezco mi apoyo a las familias, aunque sea imposible ponerse en el centro mismo del dolor, aunque no se pueda borrar la insoportable lista de muertos hombres, de muertos mujeres, mis mujeres de Ciudad Juárez, mis tiernas niñas de Ciudad Juárez.
Permitid que os amemos desde cualquier parte del mundo por vuestra tragedia”
Publicado por escritoresporciudadjuarez@hotmail.com en 10:42
Tomado de http://poemasporciudadjuarez.blogspot.com/2012/08/ascension-badiola-bilbao.html
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