Apartes del libro ¿Continuidad o desembrujo? La Seguridad Democrática insite y la esperanza resiste publicado por la Plataforma Colombiana de Derechos Humanos,
Democracia y Desarrollo.
Secretaría Técnica Corporación Cactus
Con un trabajo estable todo me cambiaría
Por Omaira Páez*
* Corporación Catus
Nací en La Paila, Valle, hace 32 años. Tengo tres niñas y mi hijo mayor
que ya me cumplió los dieciocho. Me casé a los 19 años. Fue ahí cuando
dejé el encierro de mi casa. Ahí me la pasaba haciendo oficio, porque
cuando tenía 11 años me salí de estudiar. Sé que fue un error mío pero
también de mi mamá. Ella no me dijo nada cuando me dio el arrebato
de no volver y me pudo haber dicho que siguiera estudiando. De pronto,
como era del campo, para ella eso no era importante.
Como mi marido era administrador de fincas, recién casados trabajamos
en varias. El trabajo para mí era pesado. Bien temprano tocaba
levantarse a quemar la leña. Cuando estaba mojada eso sí era un problema,
y de ahí ponga a hacer el desayuno, el almuerzo, las arepas,
porque allá lo que se come son arepas. También tocaba hacer el queso,
ordeñar las vacas. Pero ahí la pasábamos, había cómo vivir.
Fueron muchas fincas en las que estuvimos pero sólo de una me
llevé un buen recuerdo. La señora era excelente y el patrón era muy
bueno, ellos vivían pendientes de las necesidades que teníamos, nos
ayudaban con las cosas del colegio de mi hijo mayor. Allá vivíamos con
toda la familia pero un día cualquiera, sin explicación, nos sacaron.
Ya después, cuando llegaron los niños, ahí yo le peleaba a mi marido
para que buscáramos una finca donde ellos tuvieran escuela. Es que
en muchas fincas los niños no pueden estudiar porque no hay escuelas
cerca. Entonces nos fuimos a vivir al casco urbano de Yarumal, allá
los niños estaban en el colegio, yo me encargaba de ellos mientras mi
marido trabajaba en alguna finca. Pagábamos arriendo, servicios y com*
Corporación Cactus prábamos el mercado.
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A él sí le gustaba tomarse sus tragos, pero como que le fue gustando
cada vez más hasta que un día se enloqueció. Llegaba dos, tres de la mañana
a levantarnos con groserías. Me da tristeza acordarme que ellos tan
pequeños tenían que ver cómo me trataba de mal y hasta a ellos los maltrataba.
Además ya todo era para el trago, ya no había para la comida, ni
para el arriendo. Lo que comíamos se lo pasábamos a deber porque todo
lo echaba en cara.
Yo sí no me aguanté eso, mi mamá me decía que como esposa tenía
que seguir con él pero decidí que esa no era vida. Con mi hija menor con
ocho meses decidí irme a un pueblo lejano para no tener que aguantarme
los espectáculos de mi marido. Necesitaba también un lugar donde me
dieran trabajo porque es que en Cali hay muy pocas empresas y la gente
que tiene su trabajo, como es lógico, lo cuida mucho.
Mi tía me había dicho que había mucho empleo y que podía ser fácil
instalarme acá en la Sabana. Bueno, las cosas no han sido tan fáciles. En
mi primer trabajo en una empresa de flores me enfermé de una vez. Me
pusieron todo el tiempo a hacer deshierbe que es quitar la maleza de forma
manual. Cuando llevaba como quince días me empezaron unos cólicos
durísimos y un dolor de espalda tremendo. Estuve hospitalizada cuatro
días, y eso en periodo de prueba, pues me costó el puesto.
Conforme fueron pasando los días me di cuenta que así ya llevara un
tiempo trabajando no me alcanzaba la plata. La comida para cuatro hijos,
colegio, mercado y arriendo no se podía pagar con un mínimo. Le tocó a
mi hijo con dieciséis años salirse del colegio y meterse a una flora. A ese
acuerdo llegamos, yo le dije que yo sola no podía con todo.
A él sí que le sentó mal el trabajo en las flores. Se enfermó de la columna
muy fuerte y como no estaba afiliado a salud ni nada de eso, tocó
que lo atendieran por Sisben, pero como estamos en nivel dos me tocaba
rebuscarme la plata porque había que pagar por todo. No entiendo cómo
vamos a ser nivel dos si no tenemos nada, me ha tocado salir de algunas
piezas debiendo meses de arriendo, y cómo nos van a cobrar si yo no
tengo con qué.
El señor que contrató a mi hijo no le pagó las prestaciones ni nada,
después de que salió de la empresa nos tocó transar por mucho menos de
lo que tenía derecho, pues un día que no teníamos ni para comer nos tocó
llamarlo y aceptarle lo que ofrecía. A mi hijo le tocó firmar un papel en la
Inspección de Trabajo diciendo que renunciaba a volver a reclamar.
180 Con un trabajo estable
En la empresa que más duré me despidieron por tomarme los permisos
por las malas. Es que no me daban permiso de acompañar a mi hijo
al médico a Bogotá y, así los pidiera quince días antes, el día anterior me
decían que no me lo daban. Yo no iba a dejar solo a mi hijo con lo mal que
estaba, así que me iba y eso no les gustó, y por eso me echaron, alcancé
a durar más del año.
Después de ahí ha estado muy duro conseguir trabajo. He ido personalmente
a muchas empresas de flores y la respuesta siempre es que
no están necesitando personal, de un tiempo para acá que han estado
cerrando empresas y botando gente ya no reciben a nadie. También he
insistido hasta el cansancio en la oficina de desarrollo de la Alcaldía, y me
he presentado a las empresas públicas, a otras de seguridad, pero nada,
no hay vacantes. Ya ahora hasta el mismo alcalde me ignora, se esconden
todos para no darme la cara, porque se han comprometido conmigo, pero
no cumplen.
No me cumplió el alcalde cuando mi niña se accidentó a principios
de este año. Ella estudiaba en un colegio de una vereda pero resulta que
como no les habían mandado profesor los devolvieron a eso de las diez de
la mañana. Por el camino a la casa les dio a los niños por irse al parque que
queda al frente de la iglesia de la vereda La Fuente. Allá, por estar jugando
en las canchas, mi hija se hizo una herida profunda en la pierna, y resulta
que antes se había matado una niña allá y no han hecho nada por arreglar
ese parque.
Ese día le cogieron 70 puntos en un hospital de Zipaquirá porque en
Tocancipá no había especialista. Como ya estaba sin trabajo, un amigo ex
concejal me ayudó con lo de la fórmula porque no tenía cómo pagar los
antibióticos que le habían recetado. En ese momento bastante le pedí al
alcalde que me ayudara a encontrar un trabajo, y poco después se le pidió
también por una organización de mujeres de acá que hiciera algo por la
niña porque tenía la pierna infectada y era como si los antibióticos que
le recetaron no le hubieran servido. Sin embargo, el alcalde nada hizo. Un
día lo que me contestó fue que él no tenía por qué ayudar a toda la gente
que estuviera en el municipio porque su deber era con la gente que había
nacido en Tocancipá.
Hace poco sí me llamaron de la oficina de desarrollo pero fue para
hacer un reemplazo. Apenas trabajé como veinte días pero no me dejaron,
porque la gente a la que estábamos reemplazando ya llegaba de vacaciones.
Así sacaron a otras ocho personas que habían ingresado conmigo.
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Ahora estoy rebuscándome, le hago aseo a casas de familia, hago unos
pasteles de pollo y arepas que vendo en el barrio. Lo malo es que eso es
de vez en cuando, y no pierdo pero tampoco gano, por eso de vender esos
pasteles no podría vivir.
De todas formas pues estoy contenta acá porque no he estado del
todo sola, he tenido amigas que me han colaborado. Las mujeres somos
unas verracas porque nada nos queda grande, somos todas de admirar y
entre nosotras nos ayudamos.
Tampoco me arrepiento de haberme venido a vivir a este municipio; ¿se
puede imaginar el calvario que estaríamos viviendo al lado de ese hombre?
Lo último que supe es que se buscó una mujer con plata y que ahora sí
que no necesita trabajar para tomar porque se está gastando la plata de
la señora. Así y todo ya me decidí a demandarlo por alimentos, es que
no quería ni eso, pero me convencieron de ponerle aun cuando sea una
piedra en el zapato ante semejante irresponsabilidad. Cómo será que mi
mamá se lo encontró, preciso por los días en que se accidentó mi hija, y a
regañadientes mandó como cien mil pesos, de ahí en adelante ni ha vuelto
a preguntar ni a mandar nada.
Lo que estoy buscando es un trabajo estable. Ya estoy cansada de sufrir
tanto. Yo creo que mi trabajo ideal sería un trabajo estable porque podría
pagar todo, arriendo, comida, servicios y todo lo que mis hijos necesitan.
Pero mi trabajo ideal no sería en las flores. ¿Por qué? Porque es muy duro
trabajar allá, es muy contadita la empresa que a usted le paga las horas
extras que se trabajan. El sol es muy fuerte y eso en temporadas no se para
de trabajar. Me gustaría trabajar en alimentos o algo así, pero lo que más
me importa es que sea un trabajo estable.
También me gustaría estudiar, primero sacar el bachiller y después estudiar
cocina porque eso es lo que quiero, volverme una profesional de
la cocina. A mi hijo y a mis hijas los quiero ver bachilleres y después que
hagan una carrera, que se preparen todos para que puedan conseguir un
buen trabajo, para que no les toque como me ha tocado a mí.
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