Despojar de la investidura a la senadora Liliana Rendon

COMUNICADO DE PRENSA

 

 

A propósito del "bolillo" Gómez y su escudera Rendón

 

Organizaciones sociales inician campaña para despojar de la investidura a la senadora Liliana Rendón por sus declaraciones en "Pregunta Yamit"

 

¿Será este el país que nos merecemos?

 

Cuando creíamos que ya resultaría innecesariamente redundante pronunciarse acerca de la  agresión física del señor Gómez, seleccionador nacional de fútbol, contra una mujer en algún  sitio de Bogotá, sobreviene, para impedirnos pasar a otro tema, la desafortunada comparecencia en la televisión nacional de una señora Liliana Rendón, antioqueña de quien se dice ocupa curul en el congreso de la república, para sacudirnos de un modo que tal vez ni siquiera lo hizo el episodio mismo de marras.

 

Bien, nos decíamos: ya el señor Gómez pegó, ya fue sorprendido en flagrancia, ya fue denunciado públicamente y, aunque solo fuere de manera hipócrita -pues todavía nos deben explicaciones por la tolerancia frente a la cotidiana agresión de toda índole contra las mujeres, y no solo contra una-, la reacción general de influyentes sectores dio al traste con la permanencia del "bolillo" frente al seleccionado nacional de nuestro deporte emblemático. ¡Aplausos!, dijimos, para que aprendan no solo él, sino todos los golpeadores de distinta pelambre -aunque duela agregar también "las golpeadoras".  

 

La incredulidad inicial, aquella sensación de que "esto no puede ser cierto", esa recurrente tabla de salvación por la que aboga instintivamente el espíritu -un instante previo a la razón- frente a lo humanamente inaceptable, y que luego se revela, desafortunadamente, como impotencia frente a la aplastante realidad, nos paralizó en el asiento y segundos después nos catapultó de él, sobre todo cuando supimos que quien de esa manera discurría -hasta entonces una ilustre desconocida a pesar de su copiosa votación, según dijeron- era nada menos -aunque, para ser francos, y por lo visto, tampoco nada más- que Senadora de la República. De ahí pasamos a la más grande indignación -estado del ánimo que tal vez sea el preludio de la provocación mencionada por la dama en comento- sobre todo cuando vimos y oímos que tanto la susodicha como su entrevistador -periodista de reconocido prestigio aunque solo sea entre sus pares-, en alarde de impune frivolidad sin límites, reían a carcajadas de una u otra ocurrencia en  medio de la amena conversación que sostenían -profundos razonamientos, pozo de inteligentísimas argumentaciones, digamos mejor.

 

No podía ser Yamit Amat, no podía ser uno de los más renombrados comunicadores colombianos, cuya voz llega desde nuestro país y numerosos hogares del mundo y nos representa, gústenos o no. Tampoco  podía ser una Senadora de la República, alguien con asiento en el escenario de más elevado rango legislativo, que los y las demócratas defendemos y apreciamos muy a pesar del tristemente célebre 30% -que llegó hasta el 50%, por ahora- del paramilitarismo uribista, de las Yidis, los Teodolindos, los Moreno de Caro y otros frutos de este imperfecto jardín tropical. Pero lo peor estaba por llegar: cuando hubo pasado la sorpresa, y luego de la indignación,  pudimos, ahora sí, captar la magnitud de la catástrofe que teníamos al frente, paradigma no buscado de la pequeñez humana, y escuchamos, atónitos, toda una sarta de construcciones verbales -generosa denominación para un palabrerío que resultaría insulso, por lo elemental, de no ser por su alta dosis de criminalidad implícita- que no sabemos si llamar frases, oraciones, imprecaciones, palíndromos o apóstrofos, sinécdoques o vulgarismos, de la que ofrecemos, para una tristísima galería de la infamia, un breve muestrario (o bestiario?) en palabras más o menos, pues citamos de memoria: "Las mujeres siempre incitamos, provocamos, inducimos", las palizas; "Yo misma tuve que decirle a un pelao que no se dejara de su novia, que lo estaba cascando (sic)"; "No estoy de acuerdo con  la ley de cuotas"; "Las mujeres no creemos en nosotras  mismas"; "La Fedefútbol no debe aceptar la renuncia del "bolillo", pues ese es un leve incidente de su vida privada"; "Nosotras somos necias, insoportables"; "¿Dónde está la agredida, que algo de culpa ha de tener en lo ocurrido?";  "Si mi esposo algún día me casca (sic) es porque que yo me lo gané, aunque no soy de las que se dejan", todo esto, repetimos, ambientado con sonoras carcajadas recurrentes (¡!!).

 

Semejante rosario de perlas -con perdón de Iriarte-, amigas y amigos, rancia floración de lo peor, ¿no es acaso propia de la más acendrada cobardía, no corresponde al más burdo estilo de los funestos ocho años expresado en el matonesco "le rompo la cara marica?" ¿No es muy cercano a la misoginia y homofobia del procurador, al susto que él tiene por que la maestra vida revitalizó e impuso un nuevo concepto de familia? Ahí quedan, señoras y señores, para la triste historia de la cándida Eréndira, esas muestras de una sórdida conducta empotrada en los bajos fondos político/ideológicos de sectores sociales envilecidos por la tétrica mezcla del poder, el dinero, la ignorancia, la bajeza moral, el atraso cultural, la incapacidad intelectual y la sub cultura mafiosa machista, sexista, racista, confesional, regionalista y clasista, que desde luego no representa ni remotamente, siendo solo una expresión marginal, de la sociedad antioqueña -rica en aportes y logros para la historia de Colombia-, lastre del cual  deberá sacudirse más temprano que tarde. No en vano es la patria chica de Carrasquilla y Baldomero,  de Greiff y Barba Jacob, María Cano y Abad Gómez, Débora Arango y Fernando Botero, además de una pléyade tan larga como significativa de personalidades notables en todos los ámbitos. Pero abandonemos ya la indignación y vamos a la parte sustantiva del asunto.

 

La ley 1257 de 2008, de prevención de violencia contra las mujeres, entre todos los temas que abarca se ocupa de un asunto del que a lo mejor la ilustrísima Rendón no tiene la menor idea: el concepto de revictimización, consistente en que las personas víctimas de algún delito, principalmente de los relacionados con la integridad, intimidad, la libertad sexual, el buen nombre o los de lesa humanidad, no pueden ser obligadas a comparecer públicamente para llevar sus casos, debiendo guardarse en torno de ellas toda la reserva y privacidad que el asunto requiera. Cuando la Senadora pide que "ponga la cara" la víctima del "bolillo", no para pedir castigo para su agresor sino para  establecer la responsabilidad de ella misma en lo ocurrido, no solo muestra gran insensibilidad y ausencia total de solidaridad humana sino además un evidente desconocimiento de la Ley que ella, por su envestidura, está obligada a conocer, acatar y defender; del mismo tenor son las sanciones previstas en la norma, que agravan los artículos respectivos del código penal cuando se trate de agresiones contra mujeres, al considerarlos delitos, de tal manera que ni siquiera la renuncia al seleccionado nacional, que la honorable Senadora cuestiona, es suficiente, ya que el agresor deberá enfrentar cargos penales. Se entiende entonces que Rendón está pidiendo impunidad en conducta punible, lo cual es delictivo en el ordenamiento jurídico del país que, igualmente, la señora debe conocer, acatar y defender.

 

Todo lo cual nos lleva a solicitar a la Consejería para la Equidad de la Mujer, de la Presidencia de la República; a la Procuraduría General de la Nación, y a la Defensoría del Pueblo, así como al propio Senado de la República, principalmente a la bancada de mujeres, investigar si la conducta de la Senadora Liliana Rincón, expresada en las declaraciones concedidas al programa televisivo Pregunta Yamit del día martes 9 de los corrientes a las 21:00 horas, se constituye en evidente violación de sus deberes y obligaciones  legal/constitucionales como legisladora y, en consecuencia, debe iniciarse contra la susodicha un proceso tendiente a la imposición de las sanciones que fueren del caso.  

 

¡PERO NO NOS QUEDEMOS SOLAMENTE EN EL COMUNICADO!

 

A las organizaciones sociales, principalmente a las de mujeres y a las defensoras de los Derechos Humanos, les invitamos a iniciar una movilización nacional que se exprese de maneras distintas como recolección de firmas, mensajes de protesta, artículos de prensa, declaraciones a los medios y otras, que podríamos denominar campaña por la dignidad de las mujeres, u otra que propongan. Lo de las firmas es urgente, ya que sería la manera de mostrar repudio por una conducta que, encima de todo, entraña un grave peligro para el avance democrático del país. Si no actuamos ahora, el de la señora Rendón y del "bolillo" sería el país que merecemos, para nuestra desgracia.

 

Agradecemos la divulgación de este comunicado

 

Santiago de Cali, agosto 11 de 2011

Asociación Escuela Ciudadana

Adriana Sepúlveda Jiménez, Area de Equidad de género

Manuel Caicedo Paz, área de Comunicaciones  Cel. 3217271994