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martes, junio 05, 2012

MUJERES INDIGNADAS


Norma Villarreal


Miles de mujeres nos dimos cita en el parque nacional. Mujeres de todas las edades: niñas, jóvenes, adultas, mayores y ancianas.  Todas teníamos un porqué en las gargantas que se volvía grito para pedir justicia. ¡Justicia, Justicia, Justicia!  Ese era el grito furioso y dolorido de las mujeres que estuvimos allí. Se pedía justicia por las miles de víctimas mujeres que han sido violentadas, asesinadas y las mujeres quemadas con ácido.  También nos acompañaron muchos hombres y ellos también gritaron y un colectivo de masculinidades ilustró su presencia con un perfomance contra el machismo. Fuimos al lugar del atropello y pusimos flores y velas y avisos y gritamos Ni una más.
Y también estuvieron como testigos de la rabia y del grito el Alcalde Petro, el ex Alcalde Mockus; el Ministro de Justicia, la Consejera Cristina, la ex fiscal Vivian, altas funcionarias de la Procuraduría y mujeres congresistas. Y cada una de estas personas, habló y lamentó de la muerte y hasta se extrañó del monstruo. Hubo mucha prensa, radio y televisión.   Pero eso fue hoy y será mañana, pero pasado estos días, cuando deje de ser noticia,   ¿que pasará?  ¿Se volverán sus palabras actuaciones efectivas y rápidas?  ¿Serán capaces de mover esa lenta justicia de género? ¿Acaso en verdad podremos aspirar con esta justicia que no haya Ni una más?
Cuando recorríamos el trayecto hasta el lugar donde fue victimizada Rosa, en las paredes de un puente, alguna de las organizaciones de mujeres colocó carteles con los nombres de muchas de las mujeres asesinadas en las distintas regiones y ciudades del país, por distintos asesinos: unas veces paramilitares, otras veces guerrilla, narcotraficantes, bacrim, parejas, ex -parejas, hijos.  Y si hubieran colgado los nombres de las otras 1215 mujeres de distintas edades que fueron asesinadas en el 2011 y de las 17.000 mujeres abusadas sexualmente, se hubieran podido empapelar varias vías del parque y de las calles adyacentes.  Y lo peor de todo es que son casos sin resolver; así que las mujeres comprobamos una vez más que la justicia sigue siendo ciega para ver y resolver los casos que tienen a las mujeres como víctimas.       
Todos estos casos y otros cuatro similares al de Rosa Cely que hoy señala El Tiempo y que sucedieron en Quindío, Casanare, Valle del Cauca y Antioquia están en el limbo. La muerte cerebral de Yovana Samaca  como resultado de la agresión de su marido que la  golpeó  y luego la lanzó de un cuarto piso, produciéndole la muerte cerebral es objeto de controversia  porque el fiscal que lleva el caso no lo reconoce en su magnitud y alega que no se puede acusar al victimario porque la mujer no ha muerto.  También está pendiente de la justicia la resolución del caso de Vivian Urrego que recibió 20 puñaladas por su ex pareja frente a un centro comercial. Y no están fuera de este contexto de agresión las mujeres victimas cuyos rostros han sido quemados por ácido.
Y la pregunta de las mujeres que estamos indignadas es ¿por qué hay tanta impunidad y no se sanciona a los victimarios de las mujeres? ¿Por qué muchos de estos implicados y denunciados en violaciones están por fuera? Y ¿Por qué si el autor del horrible crimen de Rosa Cely, había sido denunciado por violación de su hijastra, no estaba preso?  ¿Qué pasa con los crímenes contra las mujeres?  ¿Por qué si existe una ley contra todas las formas de violencia hacia las mujeres, hay tanta impunidad? ¿Por qué no se sanciona a los responsables? ¿Por qué la policía no actúa a tiempo? ¿Por qué no tenemos seguridad y enfrentamos tanto riesgo?
Este reclamo de las mujeres indignadas que ha sido compartido por todo el país, no debe cesar y debe empezar a generar cambios en las actuaciones de las autoridades nacionales para asegurar la protección, prevención y sanción a quienes atenten contra las mujeres.  La Comisión legal de la Equidad del Congreso debe liderar un debate de control político a la Ley 1257 y revisar porque se deben ajustar las leyes penales pensar para enfrentar esta barbarie contra las mujeres, hay que hacer las reformas necesarias. Hay que mejorar y dotar los sistemas de investigación y la actividad forense para hacer las pruebas y aligerar la actividad de los operadores de justicia. Y sobre todo hay que trabajar con los fiscales y jueces para que entiendan que el feminicidio no es un hecho lejano, no es una palabra vacía que hemos inventado las feministas. Es un fenómeno que puede afectar a cualquier mujer; es una exacerbación del patriarcalismo que busca someter a las mujeres hasta con la muerte y es por esta perversión del poder que todas las mujeres nos encontramos en riesgo. 

 Bogotá, 3 de junio de 2012


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