Bogotá, 25 de junio de 2009
LA LEY DE VICTIMAS:
Nuestra incapacidad de alcanzar un propósito común
Alguien afirmaba que los éxitos tienen múltiples paternidades y maternidades, pero
los fracasos son huérfanos.
Es fácil ahora, asumir la postura de señalar culpables y de hacer juicios de
responsabilidades sobre el fracaso en la aspiración de las victimas a tener una ley
favorable a sus derechos. Señalar de culpa a senadores y representantes por su
postura, a las llamadas posturas maximalistas o a quienes argumentaron los costos
fiscales, es la reacción natural de quien se siente a su vez responsable de la pérdida
de una oportunidad.
Todas y todos nos debemos una reflexión, Colombia no logra hacer causa común en
propósitos nacionales, en definiciones que con un poco de generosidad nos llevarían
a dar un paso importante en la consolidación del proceso de verdad, justicia y
reparación para las victimas del conflicto armado en Colombia y en la construcción
de un proyecto de país en paz.
Ahora, cómo explicar a las víctimas que debemos seguir esperando, que debemos
seguir construyendo propuestas, ¿si éstas van a ser truncadas por la falta de
voluntad política de sus gobernantes y de sus legisladores? Perdimos todos y todas,
perdieron las víctimas, perdió el país.
Es bueno recordar que la discusión de la ley de víctimas tuvo un proceso
participativo de múltiples concertaciones entre las víctimas, instituciones como la
Defensoría, la Procuraduría, la CNRR, las ONGs, el ejecutivo, el legislativo. Contó
con las opiniones y recomendaciones de organismos internacionales, se realizaron
audiencias y recorridos por las regiones, pronunciamientos de columnistas y
artículos de prensa nacional e internacional. Reconocer que este esfuerzo terminó
en el hundimiento de la ley, es reconocer que tenemos una enfermedad grave en
Colombia: ser incapaces de confluir en un propósito común unificador: garantizar
los derechos humanos, específicamente, los derechos de las victimas, sin tener que
negociarlos.
Mas allá de buscar como remediamos el tiempo y los esfuerzos perdidos, de buscar
la presentación de una nueva ley, de un referendo o de cualquier otra alternativa,
debemos establecer un mecanismo en donde participen todos los actores y actoras,
que permita llegar a los acuerdos necesarios para que la propuesta que de allí salga
tenga las garantías de ser una apuesta cierta y legítima, porque nace de un
consenso sólido y posible de convertir en realidad los derechos de las víctimas.
Construir un consenso es dejar de lado el cálculo numérico de las mayorías, para
darle paso a un propósito común.
Esta no es tarea fácil, seguramente es la más compleja, la que requiere mayor
generosidad, paciencia y voluntad política, en un país polarizado y en tiempos
electorales, pero es el reto y el sueño de quienes aún creemos que en Colombia es
posible la construcción de la paz con quienes convivimos día a día y con quienes
definitivamente gústenos o no, somos los interlocutores válidos en la democracia
que tenemos hoy.
No podemos seguir generando expectativas en las víctimas, cuando ellas no son
quienes toman las decisiones, pero sí son las que reciben las frustraciones.
Bogotá, 25 de junio de 2009
INTEGRANTES DE LA COMISIÓN NACIONAL DE REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN
Patricia Buriticá Céspedes Comisionada Sociedad Civil
Ana Teresa Bernal M.Comisionada Sociedad Civil
Oscar Rojas Rentería Comisionado Sociedad Civil
Patricia Perdomo González Comisionada En Representación de las Víctimas
Regulo Madero Comisionado En Representación de las Víctimas
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